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               DECRETO 527/05: GRUPO DE DIPUTADOS PIDE SU
              DEROGACION 
              
              10-JUN/2005 
              
              A continuación se reproduce la fundamentación
              del proyecto presentado por el diputado Mario Cafiero, acompañado
              por los diputados Alicia Castro, Patricia Walsh, Jorge Rivas,
              Eduardo Macaluse y Claudio Lozano. 
                
              El 24 de mayo próximo pasado se
              publicó en el Boletín Oficial el Decreto Ley Nº 527/2005
              dictado por el PEN en uso de las facultades excepcionales que le
              atribuye la Constitución Nacional en su Artículo 99 inciso 3. 
               
              Esta norma irrumpe en el marco normado por el decreto ley de
              radiodifusión 22.285/80, sancionado por la dictadura militar,
              aún vigente, que excluye de la posibilidad de ser propietarios a
              gran parte de los miembros de la sociedad argentina, e integrantes
              del tercer sector de la economía social. Como continuidad de ese
              mal de origen, hoy un nuevo decreto ley, pero ya no emitido por un
              gobierno de fuerza, ha ratificado tácitamente en todos sus
              términos a dicha ley, y aun mas; ha prorrogado los privilegios
              que ella concedió a sectores concentrados de la sociedad, por al
              menos una nueva década. 
              Absolutamente nada hacía presagiar esta
              decisión y mucho menos asumida por vía de un decreto de
              necesidad y urgencia cuyos considerandos adolecen de una debilidad
              tan manifiesta que despiertan conjeturas de toda índole,
              empañando aun mas una relación que debe ser prístina en bien de
              la democracia, como lo es la del gobierno con los grandes medios
              de comunicación, que ya públicamente ha sido puesta en
              entredicho con motivo de la distribución de los avisos oficiales. 
              Esta transparencia debería esmerarse máxime
              en circunstancias preelectorales, en momentos en que el gobierno
              ha declarado públicamente que pretende plebiscitar su gestión,
              dejando de tal manera planteado el crudo interrogante si este
              gracioso favor concedido a los grandes medios de comunicación, es
              el instrumento para plasmar exitosamente ese plebiscito. 
              En los fundamentos del decreto se alude a la
              ley 25.561 que declaró la emergencia en materia social,
              económica, administrativa, financiera y cambiaria. Dicha norma
              fue luego prorrogada por la ley 25.972 en lo que ya parece un
              estado de emergencia perpetuo. No obstante, el PE persiste en
              publicitar sus presuntos éxitos en diversos frentes (canje de la
              deuda externa, baja de la desocupación, control de la inflación,
              records de superávit fiscal, etc.). 
               
              Debe notarse que, las leyes citadas ya importaron delegación de
              facultades en los términos del art. 76 de la Constitución
              Nacional, pese a lo cual esas atribuciones parecen seguir siendo
              insuficientes y se recurre profusamente a los decretos de
              necesidad y urgencia como otra forma de legislar 'in extremis' de
              manera habitual. 
               
              Las leyes invocadas no aludieron a la 'emergencia de la
              radiodifusión'. Ello es suplido por el decreto señalando que
              medió una suerte de 'olvido' en tal sentido. Dice al respecto el
              decreto que: '... a la fecha no se ha tenido en cuenta la
              situación particular que han debido atravesar los licenciatarios
              de medios de radiodifusión...'. 
               
              Esta afirmación resulta falsa, ya que en el año 2003,
              inmediatamente después del acto electoral, y como si hubiese sido
              consecuencia del mismo, el Congreso por impulso de la bancada
              oficialista sancionó la ley de preservación de bienes y
              patrimonio cultural - Ley Nº 25.750 que protege las industrias
              culturales. Se observa así una situación cíclica, en la que los
              cambios de normas que favorecen a todos o determinados medios de
              comunicación, coinciden con las campañas electorales en las que
              interviene el oficialismo, dejando plasmada la sospecha si esos
              cambios obedecen a pagos de favores, o a promesas de favores, por
              parte de un sector que resulta decisivo para generar lo que se
              llama el 'estado de la opinión pública', que es la que decide
              con su voto, se trate o no de plebiscito. 
              Luego el decreto ley alude a los altos costos
              que han debido afrontar los operadores de medios, a la recesión,
              al remedio concursal elegido por muchos y concluye señalando su
              endeudamiento externo como una de las más graves causas que
              padecen los prestadores para brindar un servicio interno de
              calidad. Pero sorprendentemente, luego de insinuar las
              particularidades de dicha 'crisis', acepta seguidamente que la
              misma parece haber superado la etapa más difícil. Es entonces
              cuando igualmente reclama, por voz de los prestadores, un
              horizonte de previsibilidad que involucre plazos mínimos para
              reponerse de la situación. 
              Cabe apuntar al respecto que el Congreso tuvo
              en cuenta en el año 2002 la particular situación de los grandes
              medios de comunicación expuesta, en la modificación que
              introdujo a la ley de quiebras que luego fue derogada por
              exigencia del FMI, y suplantada en definitiva por la ley de
              preservación de bienes y patrimonio cultural antes reseñada. 
              De tal manera el principal fundamento del
              decreto ley resulta ser falso, no estando por lo tanto demostrada
              la 'necesidad' del mismo. Y también resulta evidentemente
              irracional e injustificado que, mas allá de alguna situación
              puntual, se pretenda beneficiar indiscriminadamente a todo el
              sector con una prórroga de 10 años en la explotación de sus
              licencias, cuando semejante lapso resulta a todas luces
              desmesurado para ser acordado por la vía de la 'urgencia' de un
              decreto ley, ya que bien ese extenso plazo puede soportar el
              tiempo de sanción de una ley, y máxime que el Congreso por vía
              de la bancada oficialista ha demostrado ser expeditivo con la
              sanción de las normas antes mencionada para atender los asuntos
              en los que se encuentran involucrados los grandes medios de
              comunicación. 
              En el mejor de los casos selectivamente se
              podría prorrogar aquellas licencias a vencer en el corto plazo, y
              enviar un proyecto de ley al Congreso que canalice la
              problemática por la vía natural, sin resentir, la división de
              poderes de una manera tan flagrante y arbitraria, que deja la
              impresión de que hemos pasado de la 'democracia formal', que
              evidentemente por sus resultados no ha estado a la altura de los
              intereses del pueblo; a una 'democracia informal', que sin
              respetar en lo mas mínimo los procedimientos republicanos, con
              este decreto ley parecería estar al servicio de los grandes
              intereses, o de intereses espurios, y no de los intereses del
              pueblo. 
               
              Esto es evidente por que lo que parece ser un acto de justicia
              para algunos, en realidad instaura un perjuicio a muchos, al
              excluirse a quienes validamente podrían participar en un concurso
              abierto a los fines de la renovación de las licencias, cosa que
              no todos los licenciatarios actuales están en condiciones de
              sostener. 
               
              Al respecto cabe recordar que algunos de los actuales
              licenciatarios ganaron los concursos apoyados, en muchos casos, en
              las leyes discriminatorias de los gobiernos militares y, en otros,
              en las reformas neoliberales de la década de los años 90 que
              posibilitaron la concentración monopólica de los medios de
              comunicación en muy pocas manos, con los enormes riesgos que ello
              conlleva para la democracia, como se puede observar de la
              experiencia venezolana, razón por la que el gobierno nacional
              contradictoriamente se ha asociado al proyecto de Telesur. 
               
              Resulta claro entonces que la oportunidad y conveniencia demanda
              una revisión integral del decreto ley de Radiodifusión, siendo
              este deber que nuestra democracia ha eludido cumplir, dejando de
              esta manera al principal instrumento a través del que ella se
              realiza, que es el de informar al ciudadano, tal cual fue
              diseñado por la dictadura, resultando por esta razón inadmisible
              de plano que por de un decreto ley del mismo estilo se prorrogue
              por diez años los beneficios otorgados por dicho instrumento de
              facto. 
              Por todo ello solicito al Sr. Presidente la
              aprobación del siguiente proyecto de Ley: 
              El Senado y Cámara de Diputados de la Nación,
              etc. 
              Artículo 1.- Declarar nulo el decreto 527/2005
              emitido por el Poder Ejecutivo Nacional invocando las facultades
              del art. 99 inciso 3 de la Constitución Nacional. 
              Artículo 2 - De forma.
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